sábado, 19 de noviembre de 2011

Ella. (parte 2)

"La primera vez que lo ví, sentí como si viera a mis propios padres en aquella máscara.

Puede parecer raro, pero esa impresión fue algo parecido a cuando ves a alguien conocido, pero no recuerdas bien quién es. Puede que, después del tiempo me diera cuenta.

Esa máscara representaba algo más que una sonrisa sarcástica. Representaba unos ideales, una lucha continua, implícita en mucha gente que a diario lucha por un país mejor. Lucha por el futuro de sus hijos, por una herencia quizás. Algo más que el poco dinero que les puede quedar, o una hipoteca que seguir pagando, ya que sus padres no la pudieron terminar.

Aun así, levanté mi pequeña mano, hacia el, amenazante. Estaba decidida a atacarle, a defenderme como era posible. Me daba igual esa sensación hogareña, mi determinación estaba en defenderme. Puede que el mundo me haya hecho así.

Su voz cálida, un poco enlatada por estar atrapada detrás de esa sonrisa metálica, hizo que me tranquilizase. Acercándose poco a poco hacia mí, consiguió tocar mi mano y bajarla con tranquilidad, hasta dejarla cerca de mi cadera. Mi mirada denotaba ansiedad, susto, miedo. Aunque no podía ver su verdadera expresión, comencé a confiar un poco en él. Algo en mí estaba naciendo... Estaba comenzando a confiar en él. Cordialmente, me invitó a seguirle.

No se porqué exactamente, pero accedí.

Como si de un juego se tratase, vendó mis ojos con sus manos enfundadas. Aunque llevaba unos gruesos guantes que olían delicadamente a cuero, transmitía un calor impresionante. Consiguió, misteriosamente, que siguiera confiando en él. Pero no quería demostrarlo... Al menos no de momento. Pero esa calidez...

Finalmente, después de un breve recorrido, entramos a una estancia. Yo seguía sin ver. Pronto accedió a destaparme los ojos y a que pudiera ver lo que había a mi alrededor.

Una luz cálida, acogedora, como el de una chimenea. Un montón de objetos decorativos que hacía tiempo que no veía ni en museos, cuadros de obras maestras y algún que otro diván. Finalmente, ví una sala normal, como una estancia donde poder sentarse a hablar tranquilamente. Como una autómata me dirigí hacia allí, quitándome el abrigo y dejándolo en la esquina del sofá, me senté. El repitió mis actos, pero nunca se quitaba la máscara.

No se cómo comenzó, ni siquiera puedo recordarlo. Pero la conversación se alargó, hablando un poco de allí y un poco de allá. De la situación. Nuestra situación. Del mundo en general, de cómo estaban las cosas, de cómo había sucedido todo. Y de pronto, me preguntó sobre mí.

Como si de un nuevo amigo se tratase, le hablé de mi vida. De mi triste y dura vida. De cómo había pasado todo, de cómo se habían acontecido los hechos en mi familia. De cómo perdí a mis padres, o a mi hermano.

Terminado aquello, nos quedamos en silencio.

Yo no veía sus ojos, ni su cara, ni siquiera sus manos. Quizá no me importaba... Pero sí notaba cómo me miraba. No era una mirada de loco, ni de enemigo. Era una mirada distinta... No notaba cómo se clavaba en mí como un cuchillo ni nada por el estilo. Es mas, notaba como me acariciaba, como observaba cada gesto, cada sonrisa, o también mi mirada. Deseaba quitarle la máscara.

Era absurdo, le acababa de conocer.

Ardía en deseo. Deseaba ver sus ojos, de qué color o que forma tenían. Deseaba conocer su físico, aunque por lo que podía ver era un hombre fornido. Asumí para mis adentros, avergonzada, que deseaba conocer su físico. El tacto de sus manos, o el calor de su cuerpo, que parecía el del propio fuego. Su voz me atraía más y más... Pero su silencio también.

Como si de un impulso se tratase, me adelanté hacia él y cogí su rostro entre mis manos. Nos quedamos tan cerca...

Pero él cogió mis manos. Suave, pero firmemente. Por un momento noté como me acariciaba las muñecas, pero al momento me retiró las manos de su cara, lentamente.


- Por favor... No.

Decidí no hacerlo, o al menos de momento.

Curiosamente, aún recuerdo el calor que desprendían sus manos, a pesar de los guantes negros. Aun recuerdo como me acarició levemente las muñecas con el pulgar.

Recuerdo cuánto desee besarle."

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ella. (parte 1)

"Creo que no está bien que rompamos las reglas. O quizá sí. Pero eso también depende de qué reglas.

Él me enseñó cuales eran las incorrectas. Me enseñó a vivir, a luchar por lo que quiero, a mirar con otros ojos... A sobrevivir. Él me cedió toda su ayuda simplemente para sacarme adelante, para que no cayera en esa trampa mortal en la que, muchos de los ciudadanos de hoy en día, estamos atrapados. Yo aprendí a diferenciar muchas cosas; El bien con lo que parece ser el bien, el engaño, lo sometidos que estamos, la demagogia, la falsedad, pero sobre todo, ese aprovechamiento de nuestra inocencia. Todo ello, tan implícito...

Aquel día hizo que mi corazón cambiara de color. Hizo que mi pensamiento viera la verdadera realidad, tan enmascarada entre miles de carteles pidiendo apoyo, pidiendo votos... Pidiendo voces robadas. Esos carteles y panfletos que para nada defienden lo que una vez, cientos y cientos de personas, hicieron. Un intercambio: `Mi revolución, por mi vida'.

Parece que ya casi nadie se acuerda de aquello. A todo el mundo, o al menos a la mayoría, se le ha olvidado aquel hambre que azotaba a nuestros bisabuelos, aquellas marcas en la piel, tan profundas, derivadas de una libre expresión que para nada existía. La guerra, tan absurda como injusta. Siempre, siempre pagan inocentes por pecadores. Siempre. Ya nadie recuerda la emigración de nuestros antepasados para buscar algo que llevar a la boca a su familia, y lo que tuvieron que vivir sus hijos, esa época tan injusta, tan maltrecha, tan... Odiada quizás.

Yo, desde que tuve uso de conciencia, pude verlo. Pude notarlo. Y él me enseñó a ayudar a esa gente que ya no está aquí, pero que lucharon por algo, por nuestra libertad, por nuestro trabajo, por nuestro país, por nuestra PALABRA.

Eso me hizo amarlo.

Eso me llevó a quererle, a intentar asumir sus pensamientos, para nada ortodoxos. Todo ello me condujo a ver con otros ojos el día a día... A cambiar.

Todo ello, me llevó a besarle, aunque fuera a través de una máscara."

lunes, 7 de noviembre de 2011

"Buenas tardes, Londres. Permitidme que, primero, me disculpe por esta interrupción. Yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía. A mí, me gusta tanto como a vosotros.

Pero con el espíritu de conmemorar los importantes acontecimientos del pasado normalmente asociados con la muerte de alguien, o el fin de alguna terrible y sangrienta batalla y que se celebran con una fiesta nacional, he pensado que podíamos celebrar este 5 de noviembre (un día que, lamentablemente, ya nadie recuerda) tomándonos cinco minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco.

Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos. Sospecho que en este momento, estarán dando órdenes por teléfono, y que hombres armados ya vienen de camino. ¿Por qué? porque mientras pueda utilizarse la fuerza... ¿Para qué el diálogo? Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado, y si se escuchan, enuncian la verdad.

Y la verdad es... Que en este país, algo va muy mal, ¿no?

Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. Antes teníais libertad para objetar. Para pensar y decir lo que pensabais. Ahora tenéis censores, sistemas de vigilancia, que os coartan para que nos conformemos y nos convirtamos en sumisos. ¿Cómo esto ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente, unos son más responsables que otros. Y tendrán que rendir cuentas. Pero la verdad sea dicha. Si están buscando un culpable, sólo tienen que mirarse al espejo." ...


V.

viernes, 4 de noviembre de 2011

...

No tengo título para esta entrada, ni será extensa. Simplemente decir que la gente no sabe lo que quiere.

Todos se quejan, todos quieren derechos, todos quieren hablar, todos quieren votar, todos se creen afectados, todos se indignan...

Y digo yo, ¿Por qué no hacéis ni la mitad de lo que podéis para que el mundo cambie?

Esta muy bonito hablar desde el sofá, y conformarte con lo que pase, porque según tú no hay mas remedio.

¡¡¡LEVÁNTATE Y ÚNETE A UNA REVOLUCIÓN SI QUIERES QUE ESTO CAMBIE!!!

No te limites a mirar... Mucha gente murió para que TÚ y yo hoy podamos elegir lo que queremos.