miércoles, 14 de diciembre de 2011

Te odio.

"Simplemente tengo que decir que te odio.

No puedo contigo, no puedo verte, no puedo sentirte, no puedo escuchar cómo hablas. Tu voz suena en mi cabeza como un estallido, y automáticamente me tapo los oídos para no oírte más. No te aguanto, no puedo verte respirar con esos aires de grandeza, con esa sonrisa de medio lado que pones porque sabes que mandas, que tienes a las chicas a tus pies y que en cualquier momento puedes hacer que enloquezcan.

Te odio por tantas cosas...

No aguanto verte escribir, verte escuchar, verte mirar... No soporto verte hablar, comer, o beber, sonreir, discutir... No puedo. Es superior a mi.

Jodido asqueroso.

Superas mi umbral de dolor.

Me superas. Superas mi aguante cuando te acercas a mí y dedicas una sonrisa, como si yo fuera una de tus esclavas. Odio como lo haces...

Y ahí es donde descubro cuán masoquista soy.

Te acercas con tu aire de rey, cuando no hay nadie que te aplauda. Te acercas y te acercas, hasta que ya entras en mi espacio vital. Te miro con odio y paso de hablarte, mirándote fijamente a los ojos y expresando con ellos todo el odio que te tengo. No veo más que el color verde agrio del odio. Pero me provocas, me tocas, me acaricias... Me aprisionas contra la pared sin dejarme salida posible, y te odio por eso.

Entonces nuestras bocas se juntan, y ya no puedo remediarlo. Me besas y me besas sin parar, violentamente, y te odio por ello. Pero me gusta. Eres todo lo contrario a mí, pero me gustas. Me tocas la cintura con firmeza y precisión, y sé que contigo no tengo nada, pero me gustas. Y te odio.

Me levantas del suelo y vuelves a besarme, y me evado de aquel rincón.

Ya no noto mis pies en la tierra.

Me haces disfrutar como nadie, y sin embargo, te odio. Te odio por dominarme de aquella manera, por gustarme tanto, por hacer que yo sea tan masoquista y que, aunque seamos totalmente contrarios, me guste estar contigo de esa manera, tan esporádicamente.

Odio como me lo haces, contra la pared, sin dejarme elegir, pero sabes que me gusta. Sabes qué es lo que me gusta, y accedes sin compasión ninguna. Besas y besas, cada centímetro de mi piel, sin parar, sin dejarte ni un ápice. Te gusta ver como sufro y como suspiro de placer. Te gusta ver como disfruto, para luego seguir disimulando.

Tu también me odias, y lo sé.

Y, por si fuera poco, consigues que participe en tu juego.

Vuelvo a tí, vuelvo a odiarte, y araño tu espalda con toda la fuerza que tengo, o la que tú me dejas. Y... Sonríes. Sabes que me gusta lo que haces, y a tí te gusta lo que hago. En cada sacudida haces que me eleve y tu sigues aprovechando mi espacio para hacérmelo de nuevo. Tu perfume, además, consigue que me desvanezca, que retire mi fuerza para darte más permiso del que tu escoges para seguir haciéndolo.

Te odio, pero no pares."

No hay comentarios:

Publicar un comentario