domingo, 21 de diciembre de 2014

El réquiem.

En un lugar idílico de mi conciencia inacabada suena de fondo el réquiem del fin, una música melancólica y serena que anuncia el término de algo precioso.

De repente el paraíso se vuelve gris. Las nubes negras recubren el cielo azul celeste y el aire azota mi melena. Siento frío, me siento sola. Me resguardo encogiéndome sobre mí misma, sin ningún éxito. Miro alrededor algo asustada, pero sé que esto es el réquiem del fin.

Miro a mi alrededor y suspiro, aunque el aire que exhalo se mezcla con la ventisca. Recuerdo perfectamente cómo era todo ésto. Era un lugar bonito, sin demasiadas cosas, simplemente con lo justo. Sus palabras eran lagunas de agua cristalina, donde podía bañarme desnuda sin pudor, con la sonrisa comiéndome la cara y mis mejillas encendidas. Cada risa suya constituía un pequeño lugar de sombra que me resguardaba del sol que azotaba mi piel. Cada abrazo imaginario era alimento para mi ser.

Pero ahora, oigo de lejos ese réquiem viniendo a por mí. Hace que esté asustada, malherida de heridas inexistentes pero que duelen igual o más que las reales. Vienen a por mí, a por mí... Y no quiero que vuelvan.

Él puede tener la solución. La tiene en su mano, pero no le dará uso. Podría decirme algún "te echo de menos" y construiría un lugar con arenas finas y blanquecinas para mí. Si le sigue un "vente conmigo" podría ponerle unas palmeras y árboles tropicales que me darían sombra para las tardes más calurosas, y cobijo para las noches más frías. "Me encanta como eres, me haces sentir bien" supondría un lugar con agua limpia y clara donde podría beber día a día. Y si me dijera "Te quiero", el Sol se impondría sobre mi cielo y haría que mis pupilas se contraigan a la velocidad de la luz, sacándome una sonrisa y poniendo mi mano sobre mis ojos, y la Luna se impondría luminosa sobre mi cielo cada noche haciéndome sentir acompañada, comprendida, amada.

Pero sé que eso no pasará. Sé que todo esto son soluciones, pero que no llegarán día alguno. Lo pienso con los ojos cerrados, y noto en mi cara la tensión en la piel de una sonrisa sincera. La realidad me azota, y veo que el réquiem del fin está delante de mí. Ya no habrá más paisajes.

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